jueves, 13 de febrero de 2003

de por qué te nombro

Te nombro
Nombro tu cuerpo dormido entre aureolas verdes y celestes
Nombro los brillos plateados que te alejan
de la historia
Te nombro
Juegos de luz, caleidoscopios enterrados en la sangre
que escapan entre la tristeza
Arcos de violín, brotes de savia entre la hojarasca de la noche oscura,
entre el vapor de la entraña.

Te nombro
cuando hundo el tiempo rasgando los vestidos de tu continente
cuando bebo el frío torrente,
cuando manchan las estacas áridas los picos nevados de tu luna.

Pasos en derredor
Trémulas cascadas de verso
piezas esclavas del sueño, alfiles incapaces, inútiles estrategias de guerrero
y en el instante,
en el derrumbe de todo,
en el minuto perfecto de esta geografía
tu océano inundando todo lo superfluo,
sepultando lo vano, lo vulgar de los planetas
La madeja tejida con la precisión del artesano
raíz que se encarama y penetra lo vacío
Estallidos de goce, aceites resbalando en lo yermo

Quietud, aires anónimos
surcos de frescura, racimos cayendo en vertical
Han pasado las tormentas
Reina tu nombre en el universo
ya no se escucha el rumor, ni el grito desgarrado
ya el tambor busca el sosiego
Nada queda ya de la espera
Aun así te nombro
antes que muera la noche
y sólo importa la bestialidad de ese sonido, muertas como están las demás armonías

Por eso el ecuador
por eso los inviernos
por eso el helecho explota en verde
por eso la sal conoce el ángulo perfecto de su cristal,

por eso te nombro

febrero de 2003

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