lunes, 11 de diciembre de 2006

que se pudra

Que se pudra entre el salitre y el cobre
Que se pudra entre gusanos y alimañas
Que se pudra entre los cadáveres de un sueño que él mismo asesinó y sepultó
Que se pudra entre las notas desafinadas de sus bandas militares
Que se pudra en el olvido y la memoria de un pueblo que no olvida
Que se pudra lejos de los poemas de Neruda y las canciones de Jara
Que se pudra lejos de Caupolicán
Que se pudra con sus anteojos negros puestos
Que se pudra lejos de Magallanes y de las Torres del Paine
Que se pudra cerca de sus cómplices, los de ayer y los de hoy
Que se pudra lejos de Til Til
Que se pudra sin oir jamás a Violeta

Que se pudra, y en su putrefacción,
se disgregue sin ocupar ni un centímetro cuadrado del Arauco,
de Iquique y del Cabo de Hornos.
Que se pudra en la cárcel que nunca lo cobijó,
la de un repudio universal.

Que se pudra y se desvanezca, pero que allá,
en el fondo de su abismo oscuro,
en el olvido de su miserable muerte
esté atento y abra sus oídos
Porque en el suelo fértil de los valles,
kilómetros por encima de su tumba solitaria,
entre las sombras de las alamedas
más tarde o más temprano
escuchará como camina
el hombre libre.

11 de diciembre de 2006