miércoles, 16 de junio de 2004

carta a un amigo

¿Qué es de tu vida hermano?
Tanto tiempo sin saber de vos… la verdad es que cuando tomo conciencia de las distancias que se van generando en el tiempo, en el contacto con los afectos, con los que nos quieren bien… en fin, me preocupo un poco.
Me pregunto por qué, trato de pensar qué será lo que uno prioriza como para que terminemos sentándonos en una butaca tan lejana de los mejores compañeros de función…
Te cuento que mi vida es más o menos la deriva cotidiana que vos conocés, un poco de trabajar, otro tanto de militar, ir y venir entre las convicciones y los miedos, las necesidades y las apuestas de vida, las vicisitudes de la soledad y los placeres de sentir que en la huella hay otras pisadas.
Por momentos, con la sensibilidad un poco a flor de piel, producto de quien sabe qué asperezas frotando el cuerpo; otras veces, con un poco de resignación, con ciertos cansancios que el paso de los años van acumulando entre menudas victorias y gloriosas derrotas en la batalla contra mis propias miserias.
En otros andares, hurgando en el pasado a ver si Lacán y sus discípulos se avienen a tirarme un cabo, como para salir de semejante marejada; tan fresca a veces, y ausente de brazos para remar tan a menudo.
Dos pasos más allá (hacía un lateral, diría) la preocupación por lo cotidiano, el sustento para vivir y tratar de ir creciendo un poco, con la vana ilusión de que acumulando bienes materiales algún día terminaremos por olvidarnos de ellos…
Y en esas estoy, arrimando el cerebelo cerca de la estufa para ver si entre los vapores de tal cocción se cae una idea de cómo retomar el estudio, la maestría, esas cosas.
En estas ando hermano, un poco rengo y un poco manco, pero con ganas de usar la gamba y la mano que me quedas para seguir tirando pa’ lante...