No puedo dejar de pensar en vos
Y en la Patagonia
O sea, no puedo dejar de pensar en vos
Pensé mucho en el siglo y medio
que pasamos juntos ayer;
fue bastante corto
Pienso en esos largos silencios,
en tu dioses, en nuestras pieles.
Pienso en las curvas de tu cuaderno y la poesía de tu cuerpo
A veces, cuando estoy en la montaña,
en un apriete profundo contra
los contrafuertes de mi mundo interior,
cuando mis orejas se aplastan
contra mi cabeza
para morigerar los ventisqueros de la historia,
grito
Grito fuerte, y nada se oye. El viento se lleva mis palabras y mi
aliento
Frente a la magnificencia del paisaje mis gritos no se oyen
Tal vez provenga de allí la insistencia en nombrar tu belleza
Justificar y tranquilizar mi silencio
en virtud de tal virtud
Saber que, por más que lo intente,
no podré decir nada
Y tal vez ahora,
salido que hubo el sol y pronto a encerrarse nuevamente en su lecho oscuro,
pueda estar escribiendo
frente a la pantalla, fuera tu mirada del horizonte de la mía, las palabras aparecen,
giran sobre sus ángulos, se expanden en ondas rectas
Golpean a las puertas de mis dedos
y pugnan
por salir
Son ellas, no te preocupes
Yo no tengo mucho que ver
He visto entonces las palabras de estas patagonias
He visto el sombrero que oscurece el hongo de hielo del Cerro Torre
Me han hecho saber de un ombligo sabroso a sus pies, donde una
pequeña laguna registra y acumula la humedad de mis besos
Contaron de brazos blancos
que se desprenden de un gran
blanco continente de hielo
Hielo blanco, hielo fogoso
Sobre unas sabanas, salieron a pasear palabras amesetadas
y boscosas,
glaciares y acantiladas
Palabras precámbricas y pleistocénicas
alóctonas y andinas
Y me cuentan de unos vinos
que inventan palabras que se arremolinan
tras unos ojos de miel
Son elixires milenarios,
y contienen cepas
puelches y araucanas
Dicen por ahí, que sus vapores provocan
efectos extraños
Que quien lo bebe desata
poderosas tormentas de ternura sobre las geografìas
que lo rodean
Dicen que su poder es tan vasto
pero tan misterioso
que aquel que lo deguste sufre alucinaciones,
se retuerce y maldice,
es azotado por miedos inútiles;
se hace acreedor de temores fatuos,
incomprensibles
Pero pasadas las postrimerías
de esos alcoholes,
solo queda espacio
y tiempo para nuevas palabras,
y nuevos placeres que de allí emanan.
Por mi parte,
apenas si navego un tanto aturdido entre tus ojos y el Paso de las Nubes
Traspongo lentamente el tiempo
entre los sonidos de tu palabray la laguna Hosseus
Tus patagonias y mis patagonias
Así, en minúscula, acentuando su carácter sustantivo
Y repaso:
-Un coihue caído a orillas del Lago Hess
-La aguja Innomiatta, rincón desconocido pero tan sabido.
Los mapas de mi mente, los recuerdos de donde nunca estuve.
-Las imàgenes de tus viajes.
Tus ojos una vez más clavados como piquetas en los hielos del Upsala
Ojos color viento, que transportan desde los paralelos australes la belleza que jamás pude ver.
Tu memoria hendida en mi
Un cuerpo crepuscular que derrite nieves en Buenos Aires y en La Plata, en el Glaciar Agassiz y en el Volcán Lautaro
Patagonias de tu dulzura. Morrenas de azúcar fluyendo
entre mis dedos
Fumarolas de sangre caliente en mis párpados
y en mi sien
Recuerdos del presente, que comenzó quien sabe cuándo entre las paredes granodiorìticas de una oficina céntrica
Estos vinos, aquellos olores, estas distancias
Fronteras cruzadas
Zanjas transitadas por los puntos cardinales de su centro preciso
Eso tengo, eso oigo con cada palabra que se pronuncia
Verticales horizontes, gravedad infinita
desde la cumbre
hasta el llano
Llanura de mi silencio
Acarreo volcánico de tu voz
Montañas y palabras. Montañas de palabra
Tu ser, tu tibia poesía
Paisaje añorado
Tus miedos y los míos
Eso tenemos. Y una ventana abierta
Podremos ver algo detrás de la luz que la contiene?
Ojalá vuelvan pronto tus ojos y traigan los vientos que transportan
Ojalá despejen el horizonte
de mi tiempo
Tan llano, tan terreno
Ojalá descubran la nube de las cimas
Amo verlas despejadas
julio de 2003
(PD: gracias por estas patagonias; pensé en vos y abrí una pequeña cajita de madera tallada en Raulì. Sabés que había? multitud de pequeños besos)